jueves, 17 de marzo de 2011

Barrio de San Fernando o las mil caras de la desidia y el abandono.

Cuando llegamos a Badajoz una persona a la que no conocía de nada (una amiga común le había hablado de nuestra llegada a Badajoz) nos permitió quedarnos más de una semana a vivir en su casa mientras nos centrábamos y encontrábamos un piso. Era Migueli el cantautor extremeño y vivía entonces en el barrio de San Fernando (desconozco si sigue viviendo allí)

Me pareció un barrio normal, de gente normal; pero no me negaréis ¡que muy acogedora!

Este barrio ordena su trazado sobre una moderna gran avenida, con tiendas, comercios orientales, bares, y otras empresas.


Las calles perpendiculares a esta gran avenida parecen haberse quedado ancladas veinte años atrás.
Diremos como en el anuncio: "no es culpa de Zapatero, no es culpa de Rubalcaba; pero el caso es que el barrio da pena".



Seguramente tienen tanta responsabilidad quienes viven como quienes desde la otra orilla del río les dan la espalda.


Poseer un entorno tan privilegiado como el curso del Guadiana debería ser aprovechado en favor de los vecinos de Badajoz.

Pero es lamentable ver como los rios en las grandes ciudades se han convertido en muchos casos en vertederos , focos de enfermedades y tráfico de drogas; en zonas poco recomendables para el ocio y la salud en definitiva.

Cicatrices que rasgan una ciudad y que  no dejan de supurar porque no son tratadas como es debido.


El barrio de San Fernando tiene esta gran cicatriz llamada Guadiana al comienzo de la avenida; y otra gran cicatriz, esta vez de hierro, al final de la misma.


   
La verdad es que el barrio hace quince años prometía; se hizo al fin un bonito parque, casas de nueva construcción que atrajeron a familias jóvenes, comercios grandes y pequeños que evitaban muchos desplazamientos...pero poco a poco se fue perdiendo la ilusión.


Igual que dejas de tener cuidado con tu coche nuevo cuando las rayas de aparcarlo te dicen que ya no es tan nuevo; así vecinos y autoridades en general le han ido perdiendo el respeto a un barrio que no se merece nuestro desprecio.





Los vecinos no están ciegos y saben que si se cuidara más el entorno, los usuarios serían más cuidadosos. Es una pescadilla que se muerde la cola: se mancha porque ya estaba sucio y ya estaba sucio porque alguien lo había manchado...   

Bien no hagamos filosofía, ni vamos a enseñar moralidad a nadie a estas alturas.
Vamos mejor a aplicar la ley y a cumplir y hacer cumplir las normas que ya existen.

Si las ordenanzas municipales dicen algo sobre los excrementos de los perros; apliquémoslas por el bien de los vecinos para vivir en una ciudad más digna.

Si las ordenanzas municipales dicen algo sobre los coches que se aparcan en los jardines o subidos en las aceras; apliquémoslas por el bien de todos los vecinos, los que tienen coche y aparcan bien y los que no tienen coche.

Si las ordenanzas municipales dicen algo sobre el consumo de droga en público apliquémoslas por el bien de los niños que juegan en el parque entre estas escenas deplorables.

Si las ordenanzas municipales dicen algo sobre tirar cosas a la calle desde las ventanas de las casas; apliquémoslas...
Porque en realidad quienes hacen estas cosas: aparcar mal el coche, tirar basuras, dejar que sus perros campen a sus anchas, etc. no son la mayoría de los vecinos de San Fernando; pero sus actuaciones si que están afectando a la imagen global que este barrio da en toda la ciudad.

Si se mejoran y corrigen estos comportamientos todos ganamos, el barrio gana, las casas ganan, los vecinos ganan, la ciudad gana.
Los únicos que pierden son los incívicos.

Pero para que esto suceda tiene que pasar dos cosas simultaneamente: que los vecinos empiecen a desmarcarse de estas conductas y que empiecen a ver que los elementos del barrio y ellos mismos como individuos son respetados por el Ayuntamiento; poniendo a su disposición policía local, y guardas para el parque y aplicando un política de igualdad con el resto de los barrios y no de limosna con las cosas que les sobran a las otras barriadas.

Es cuestión de que volvamos a ilusionarnos, que volvamos a tener esperanza.

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