martes, 14 de febrero de 2012

Carta a un homosexual


Querida persona a la que no conozco de nada; no tengo nada contra ti. No nos conocemos de nada.

Este fin de semana estuve con una amiga con la que hacía tiempo no conversaba profundamente.

Los niños ya se han hecho grandes y hemos dejado de coincidir en el cole; en fin, el caso es que mi amiga estaba físicamente desmejorada y me atreví a ofrecerle mi apoyo en forma de paseo tranquilo una tarde de invierno, lejos de las paredes familiares, para que ella pudiera hablar y llorar sin reparos.

Me atrevo a escribirte porque sé que ella nunca leerá esta carta.

Has destrozado la vida de muchas personas al elegir vivir tu opción sexual personal implicando a quienes te encuentras en tu camino. En lugar de hacerlo santamente y cristianamente.

Solo quería decirte que no tenías derecho a ponerte como ejemplo de comportamiento ante los jóvenes a los que por tu profesión tenías acceso. Te habían sido encomendados por sus padres y tú te has aprovechado de su confianza.

Iniciaste a, por lo menos un menor, en las prácticas homosexuales. Usaste su cuerpo para tu beneficio personal y desechaste el resto: su alma y su espíritu, sin tener en cuenta cómo quedaban. No volviste la vista atrás para no ver el rastro de destrucción que dejabas, pero yo te lo voy a contar:

Robaste, mataste, mentiste, contagiaste, destruiste, humillaste…no solo al hijo de mi amiga sino a toda la familia.

No te culpo de ser homosexual; te culpo de no haber sabido esperar, de no haber sabido discernir. Te culpo de haber desconfiado de que Dios tuviera planes llenos de vida y de amor para ti y de que queriendo planificar tú tu propia vida, pasaste por encima de las de los demás.

No buscaste el bien de los demás si no el tuyo propio a costa de quien fuera.

Por eso sin conocerte de nada me atrevo a opinar; no sobre ti, por supuesto, sino sobre la práctica de la homosexualidad, sobre las macro-fiestas del orgullo gay y sobre las manifestaciones públicas de una práctica sexual que ofende gravemente a Dios.

Los modelos de comportamiento y de diversión que ofrecemos a nuestros jóvenes les dicen en qué queremos que se conviertan de mayores. La imitación es un proceso de aprendizaje.

Solo quería decirte que no tienes derecho a tener, por tu opción sexual a-normal, más notoriedad y a ser considerado mejor persona que el padre o la madre de este niño; mis amigos.

Y a quienes supieron de tus prácticas en los viajes con el equipo y callaron más les valdría que les ataran una rueda de molino y los echaran al mar. No lo digo yo me lo ha dicho un amigo.

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